El lujo descubre las bondades de las últimas técnicas en láser, modelado e impresión

El Mlab, expuesto recientemente en una feria de joyería organizada en Las Vegas, nos acerca a la alquimia moderna. La máquina dispara un láser sumamente preciso sobre una placa de polvo metálico atomizado y, durante 24 horas, crea una selección de anillos de oro en una modalidad de impresión en 3D conocida como fabricación aditiva.
A diferencia de los métodos sustractivos tradicionales para cortar y perforar el metal, la máquina, que cuesta 289.000 dólares, superpone varias capas de metal en polvo en las que un rayo láser funde una sección transversal trazada con la forma deseada y fabrica el objeto de acuerdo con las instrucciones importadas en un diseño asistido por ordenador, o archivo CAD.
Esta tecnología, que empezaron a utilizar los sectores médico, dental y aeroespacial para fabricar miembros protésicos y puertas de aviones, se ha adentrado recientemente en el mundo de la joyería a través de empresas de Italia, Alemania y Gran Bretaña, entre ellas el fabricante de Mlab, Concept Laser, una división del grupo Hofmann Innovation de Lichtenfels, en Alemania. “Hasta ahora, la gente creaba cosas que podían extraerse de un molde de goma”, explicaba Frank Cooper, director técnico del centro de innovación del sector de la joyería de la Birmingham City University, en Gran Bretaña. “Esta tecnología nos permite ignorar todas esas reglas”.
Las máquinas de fundición por láser permiten a los diseñadores crear formas complejas “que no podrían conseguir de otra manera”, asegura Eddie Bell, director de Río Grande, un fabricante de material de joyería y utensilios de Albuquerque, en Nuevo México.
Según sus partidarios, el proceso evita dos fallos habituales en los métodos convencionales de fundición de joyas: prácticamente no se malgasta nada, y las piezas acabadas no presentan porosidades. Asimismo, dicen, facilita la personalización: puede crearse una obra única literalmente de la noche a la mañana.
La llegada de la impresión en 3D es el último adelanto en una revolución tecnológica que comenzó hace aproximadamente una década, cuando aparecieron los primeros programas CAD específicos para joyería. “En 2001 presentamos Matrix, uno de los programas CAD para joyeros que gozan de mayor popularidad, y la gente no llamaba a nuestra puerta”, recuerda Jeff High, fundador de Gemvision, una empresa de Davenport, Iowa, especializada en diseño asistido por ordenador y en la fabricación de productos para joyeros. “Con el tiempo, la tecnología mejoró, y hacia 2006 empezamos a detectar una importante influencia en el mercado”, añade.
En 2009, cuando la crisis económica dejó varados millones de dólares en inventario no deseado en expositores de joyería de todo Estados Unidos, la posibilidad de diseñar piezas por encargo brindó a los joyeros con aptitudes para el CAD una ventaja competitiva. En lugar de destinar su dinero a mercancías caras —todavía más costosas debido al aumento del precio del oro—, muchos minoristas empezaron a exhibir prototipos confeccionados con metales comunes baratos que podían personalizarse utilizando el CAD y que los vendedores podían fabricar con materiales preciosos.
“El joyero no tiene que pagar el material y el fabricante no tiene que hacer las joyas a menos que tenga un encargo”, dice Peggy Jo Donahue, directora de relaciones públicas de Manufacturing Jewelers and Suppliers of America. “Nadie quiere adivinar qué desea la gente, y ahora no tiene por qué hacerlo”.
Empresas de diseño atrevidas y jóvenes como Nervous System, de Somerville, Massachusetts, o Kraftwürx, de Houston, ya están aprovechando el poder de la impresión en 3D para ofrecer una personalización masiva en la Red.
En sus páginas, los clientes pueden crear sus propias joyas impresas tridimensionalmente en materiales como nilón negro, acrílico y plata de ley. Sin embargo, la mayoría de los joyeros de lujo prefieren hablar de la artesanía del viejo mundo.
“Fijémonos en JAR”, dice Rahul Kadakia, director del departamento de joyería de Christie’s para América del Norte y del Sur, en referencia a Joel Arthur Rosenthal, considerado por muchos el mejor joyero vivo. “Todo sigue realizándose a mano porque existen el prestigio, el romanticismo y el enigma de saber que alguien se ha pasado uno, dos o seis meses trabajando en una pieza, y así ha sido toda la vida”.
Según los directivos de Dior, la tecnología solo entra en juego cuando “la mano del hombre puede fallar”, y citan algunos trabajos en encaje de oro pertenecientes a la nueva colección Dear Dior. “Es tan fino que en algunos casos nos hemos visto obligados a utilizar un láser extremadamente preciso”.
[Via ElPais]