8 de la mañana. Esta nueva cafetería tiene un aspecto sensacional: amplia, sofás por todas las esquinas, ambiente tranquilo y música suave, o como diría un amigo “de consulta del dentista”. De un vistazo selecciono el lugar en el que me sentaré y me aproximo a la barra. “Un cortado, por favor”.
wifi
Con el café ya en la mano y habiendo pagado, pregunto por la contraseña del wifi. Doy por hecho que lo hay, y por eso la respuesta me deja de una pieza. “No tenemos wifi, no queremos que se nos llene estoy de chavales pasando la mañana”. Sorpresa mayúscula. ¿Es posible que en pleno 2014 haya negocios que den la espalda a una realidad que se mide ya en las tres letras www?
La estupefacción da paso a la indignación, sobre todo para uno que acostumbra a visitar las cafeterías con el portátil o tablet para trabajar con tranquilidad, pero consumiendo varias veces mientras ocupa el local.
La inquietante respuesta del propietario despertó una duda en mí: ¿era aquel hombre un torpe tecnófobo o realmente un adelantado a su tiempo? Pasaron los días y aquel café seguía estando atestado de gente. Y un repaso a lo que acontece en la red en este sentido ha confirmado lo que sospechaba: cada vez son más los locales, sobre todo en Estados Unidos, que están quitando sus redes wifi para conseguir una rotación de clientes más elevada.
wifi2
A partir de ese momento me empecé a fijar en el comportamiento de los habituales de los bares con wifi y detecté dos tipos de clientes: los que siempre tenían una consumición sobre la mesa, y los que se pasaban la mañana con un solo café. Claramente, los segundos podían ser considerados como unos abusones que se aprovechaban de las instalaciones del local durante toda una mañana pagando poco más de un euro. Daba igual que el camarero le limpiara la mesa en repetidas ocasiones, un “váyase ya” en el lenguaje no escrito. Aquel personaje no se daba por aludido.
Toda la mañana con un cortado
Pero…, ¿hasta qué punto pierde negocio un café con un cliente, llamémosle así, gorrón? Contemplar la mesa ocupada por una persona que lleva ahí toda la mañana mientras uno tiene que hacer frente a los costes del local y negocio no tiene que ser plato de gusto para ningún empresario, pero ¿y el resto de clientes con ordenadores que repiten consumición mientras están en el bar no salen a cuenta al final del día?
Esta pregunta fue rápidamente resuelta por un café de la localidad de Burlington en el estado de Vermont. Según podemos leer en NPR, su propietario se hartó de observar impotente las plácidas mañanas de estos okupas del wifi y cortó por lo sano: adiós al acceso a internet en el local. Los primeros días tras el apagón fueron de transición, y por qué no decirlo, de confusión.

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